Cuando el cariño y la compenetración va más alla de lo establecido, nos damos cuenta que perros, gatos, hamster, caballos, etc, no son simplemente animales de compañia, seres inferiores o mascotas, sino los consideramos como hermanos menores que merecen nuestra preocupación, amor y respeto, similar a la familia directa.
A veces creo que esa supuesta superioridad del ser humano, de que aparentemente estamos creados a imagen y semejanza de un dios, nos ha llevado a menospreciar a seres vivos y la naturaleza, al creernos dueños de la tierra y agua con todo lo que en ellas convive, en una vertiginosa anciedad, codicia y acaparemiento de recursos, que sin contribuir colectivamente, son utilizados en vanidades propias de seres inferiores.
Aprendamos de nuestros hermanos menores en su vivir, en su predisposición, en su presente, solo ahí comprenderemos que somos parte de un todo, un engranaje más que al faltar este o el de ellos, el sistema no bien funciona. Despojémonos de egos y superioridades absurdas, convivamos como semejantes.